jueves, 1 de diciembre de 2011

Entre Realidades y Sueños

"¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son." - Calderón de la Barca

No es por falta de qué contar que no aporto palabra alguna a la crónica desde llegar a Estados Unidos en julio.  Sólo es que apenas me despierto.

Aún pretendo invocar las cálidas memorias de mi Sevilla que iluminan mis sueños fugaces, mientras, sin menospreciar las oportunidades que me ofrece el haber vuelto a Estados Unidos, intento no acordarme mucho del clima esquisofrénico de Indiana que me congela las aspiraciones de permancerme en otra realidad.  Difícilmente nos habíamos despedido de nuestros amigos, nuestra familia adoptada, y del sartén sevillano, y el mismo día abrazábamos sudados a nuestros queridos Hoosiers bajo un calor récord del norte-centro de Estados Unidos.  De abrazos a abrazos, lágrimas a lágrimas, calor a calor, aeropuerto a aeropuerto.  Los mismos tres Goodwin siempre juntos, siempre llevando la misma ropa, portando las mismas maletas.  Indicaban nuestros cuerpos que no nos habíamos dormido en más de un día, mas nuestras mentes aún luchaban por despertarse.

Así continuamos los primeros dos meses, a fuerzas pidiendo prestados coches y camas.  Nuestros inquilinos no se mudaban por otros dos meses, por lo que almacenábamos tanto nuestras pertinencias como la reconstrucción de nuestra rutina estadounidense.  La dulzura de nuestro recién nacido y aún arrugadito hijo nos abría puertas por todos lados, pero tampoco eso nos logró un sitio netamente nuestro.  Pronto vendría, aunque al reposeer la casa todavía nos costaría un paso a paso.

Pero desde caer la primera nieve del año, no he podido huirme de esa malévola distinción entre realidad y sueño.  Tampoco se requieren palabras para admitirlo.  Se declara al salir de la casa, del coche, y sentir que el cuerpo protesta por escalofríos incontrolables. 

El frío no obstante, mi confusión aún sigue por mi aparente invisibilidad y silencio.  "Buenos días." "¿Dónde está el Teo?  ¿Dónde está ese niño tan guapo?  Ay, ¡que me lo como a besos!  ¡Muá, muá, muá!  ¡Vaya, niño más guapo!  ¿Qué hablas?  ¿Qué has hecho?  Cuéntame.  Mira lo que te he traído..."  "¿Qué tal tu día?"  "Ay, mi niño, ¡qué dulzura!..."  ¿Cómo es que una criatura tan pequeña puede eclipsar a un tipo que le gana por casi dos metros de alto y 80 kilos de peso?  Antes me convencían que sólo ocurría eso en los sueños.  Ahora deambula mi duda.

Sin embargo, ha habido un constante en esta nueva aventura, confusa que sea.  Ese sevillanito que nació en Virgen Macarena el día del cumpleaños de su madre, el mismo que oculta la mera presencia de su padre desde respirar sus primeros aires, el mismo que se cría en un raro ambiente bilingüe con padres norteamericanos enamorados del mundo hispano, me derrite el corazón con los rayos de júbilo que brotan de su sonrisa al verme la cara.  He aquí mi nueva aventura, mi nuevo desafío, mi sueño constante.