domingo, 20 de febrero de 2011

Al Planear Una Visita, Flexibilidad y Sobrecogimiento

Al llegar a Sevilla mis hermanas hará una semana, les tenía preparado todo un itinerario socio-cultural.  Tanto estaban figuradas las actividades diarias que había momentos específicos para "tomarlo tranquilo" y "echarnos una siesta".  Lo mismo me aseguró varias burlas de mi querida mujer, que reclutó a un pequeño ejercito de amigas para perpetuar mi juguetona tortura.  No obstante, a mis hermanas les ha encantado cambiar su típico papel de cuidar a todo el mundo por seguirle a su "guía Andy".   Es más, el tipo con que cuentan que sea yo, tantas burlas atrae, ha tranquilizado a los hijos que han dejado en casa.  Pues han declarado mis sobrinos que si están sus madres con el tío Andy, "todo va a estar bien."

Así ha resultado, por lo menos hasta este mitad de camino, la lluvia (llovizna, quizá) no obstante.  De hecho, lo hemos pasado aun mejor que lo pronosticado.  Mientras que la lluvia ha entrado en las decisiones de alterar el precioso (y muy trabajado) itinerario, el factor mayor ha sido el disfrutar más que lo anticipado los sitios de patrimonio cultural.  Por ejemplo, quería mucho que les asombraran tanto la Catedral como los Reales Alcázares, pero mi ánimo por la historia sevillana puede llegar a agobiar a quienes prefieren dar un simple paseo.  Por eso había planeado visitar los dos sitios en un solo día.  Resulta, sin embargo, que a mis lindas hermanas casi les han inmovilizado (de lo bueno) los detalles históricos.  Por algo se nos reconoce un mismo hilo genético.

Lo raro son los dos días que acabamos de pasar en Cádiz.  Era una de cuatro opciones de cómo pasar el único fin de semana de su estancia, y era la playa la clara ganadora de las votaciones.  Pero esa playa me era desconocida, así que pasé de guía con itinerario fijo a aventurero de decisiones espontáneas.  Y fue mejor así.  Pues, ¿quién hubiera adivinado lo raro del clima playero que prometía sol por la noche, amenazaba un chubasco por la mañana, y terminar en permitir paseos descalzos?  Mientras los momentos indecisos del tiempo, siempre estábamos a pasitos de alguna maravilla, fuera un lindo café frente a la catedral, las olas saltadoras a la orilla del castillo, o el eterno encanto de las blancas arenas.  Y siempre nos acompañaban las risas, indicadoras de un júbilo esperado pero imposible de planear.

En fin, lo importante es ponerle buena cara al regalo que es cada nuevo día, sin temor al itinerario, corto o largo que sea.

viernes, 11 de febrero de 2011

La Inmersión a lo Todo Cambia

Dedicarse a vivir en el extranjero durante largo plazo conlleva, necesariamente, un montón de nuevas aventuras.  Desde iniciar los trámites internacionales, todo es nuevo y aporta su propia lección.  Pero cuando se trata de venir a ser padre o madre (y eso bastante de sorpresa) al plantearse en tierras nuevas, el "todo cambia" se aumenta de sentido.

Instintivamente, los padres generalmente buscamos lo mejor para nuestros hijos.  Desde la confirmación de la gestación hasta sostenerlo en los brazos por primera vez, ese fruto de nuestro propio ser eclipsa todo.  Ya no interesa nada tanto como su bien.  Cada prueba, cada consulta con la médica, vuelve a ser un evento total que no se quiere perder ni muerto.  Qué linda la inmersión propulsada por el desarrollo de una futura doble ciudadanía!

Pero igual, cada factura a lo privado cava un rincón en la mente y un desgarrón en el bolsillo de los nuevos proveedores.  Ya nada es opcional, ni el cuidado médico ni el abonarlo.  Por tanto que uno quisiera elegir como para sí mismo lo que se trata o no, los delicados bebés son un caso aparte.  Curiosamente, eso mismo nos ha salvado tanto la paz mental como el bolsillo.  Gracias a una ley que garantiza el cuidado médico total a los bebés nacidos en España, desde la gestación hasta el posparto, al final nos han dado de alta al seguro social.  De repente a los 6 meses de embarazo, nos liberamos a adquirir vocabulario para operar dentro del sistema, en lugar de luchar por entrar en él.

viernes, 4 de febrero de 2011

Roma a lo Jet-Setter

¿Cómo relatar en los recomendados tres párrafos o menos la magnitud histórica de Roma?  Enfocarse en cualquier época, o peor en cualquier grupo que ha pisado sus siete colinas, arrasa de la visita las huellas de los significantes demás.  Igual, recorrerlo todo en una panegírica vacación nubla los imprescindibles detalles que destacan lo romano del resto del mundo.  En fin, cada uno de los siete días que la experimenté me dejaron agotado por sus subibajas y atónito ante sus maravillas.

Admito cierto orgullo por no haber llegado del todo ignorante.  Me negaba navegar el adoquín romano sin informarme de lo monumental que le daba sombra.  Gracias a los tomos de Justo González y unos recorridos turísticos preparados hace meses por una amiga experta, pude navegar el laberinto socio-cultural y distinguir entre sus influencias temporales.  Pero ni una mente enciclopédica ni mil expertos a la orden acabarían con todos los secretos de esa majestuosa antigüedad.  Estorbaría igual el cansancio, aun por el buen esfuerzo de mis nuevos Keen.

En fin, siempre triunfa el verdadero encanto de Roma.  Pues, hace mucho dejó de invadir terrenos, y ahora conquista por turismo a sus miles de visitantes anuales.  Muchos buscamos poner fin a la ansiedad temporal, de cicatrizar el hueco sentimental por no haber experimentado Roma.  Otros de nosotros descubrimos que al saborear su encanto nos arde la huella a cuya antigua grandeza quisiéramos pertenecer.  Pero siempre hay más, y todo importa.  Y mientras vamos siendo e importando menos nosotros, queda Roma eterna, invicta.