

Pero puede que los médicos (cuyos nombres tampoco sé) posean cierta sabiduría que pretendan pasarme. Pues, al crío que desde las 24 semanas de gestación le falta poco más que engordarse, yo seré Papi. No me llamará ni "Andy" ni "Don Andrés" ni cualquier otro apodo que me hayan puesto los familiares y amigos.
Yo seré Papi. Y al escucharle decírmelo, vendrá a ser cada vez más la sonora identidad a la que clamo. Ni querré ser el de antes, como se llamara, porque no lo seré.
Me llamará Papi. Así de simple, el peque mismo me cargará de un chorro de sobrenombres envueltos en ese título. "Papi (Mi Protector), despiértate a rescatarme de mis pesadillas!" "Papi (Mi Superhéroe), aviéntame como Superman!" "Papi (Mi Maestro), explícame el mundo!" "Papi (Mi Proveedor), tengo un hambre pa' matar!" "Papi (Marido de Madre), enséñame a amar!" Y para entonces me valdrá lo que antes me llamaran (o no).
No hay comentarios:
Publicar un comentario