miércoles, 12 de enero de 2011

Volviendo a lo saludable

Lo que más me consta de la rutina americana es el tener que subir al coche para ir a cualquier parte.  Aun en un vehículo lujoso me sentía raro cada vez que rodeaba.  Se me subía la presión arterial por miedo a chocar, por padecer de la libertad de andar, y por el gasto obligatorio asociado con el transporte propulsado por el combustible.  Lo raro es que me ocupaba la mente constantemente la obligatoria selección de un nuevo coche al volver.

Para entonces extrañaré a mi Sevilla.  Aquí, adondequiera que vaya es a pie o por transporte público.  No conduzco a ninguna parte, y me encanta.  Además, siento que podría andar por horas sin cansarme, y seguramente sin accidentarme en la jungla motorizada de las calles suburbanas.

Puede que esto lo busque allá, o bien busque otra forma de volver a esta querida ciudad.  Mi corazón lo anhela ahora más que nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario