martes, 25 de enero de 2011

Vivir Contando

"Lo que pasa en esta casa queda en esta casa." Tales palabras brotan de los labios de traviesos y familias bien tejidas.  ¿Quiénes de nosotros no hemos beneficiado por algo de la bella libertad de portarnos como queramos, vestidos (o no) como nos dé la gana, contando con que no se hable fuera de ese ambiente?

Pero igual que proclamar que Dios es amor, cuando en realidad actuamos como si fuera el amor Dios, nos engañamos al proclamar la casa como el ombligo del mundo.  De tal manera, las proféticas cuatro paredes vienen a entenderse como nuestro mundo, no sólo el comienzo de nuestra historia.  Hacemos bien al recurrir a las raíces para alimentarnos el cuerpo y el alma.  (Me muero por un elote fresco de los campos de Indiana, donde residen mi linda y extensa familia!)  Pero, vaya tragedia si mediante el sofá nos mantenemos al tanto de un mundo exterior que dejamos que otros vivan por nosotros.

Si en cualquier momento me pusieran a prueba con los videojuegos, saldría con los pulgares hinchados y el tanto en cero.  Si este año me preguntaran por lo deportivo, no sabría qué comentar fuera de La Liga y el triste dopaje.  Y si mi paladar no detectara el lindo sabor del aceite de oliva en todo, estaría fuera de serie.  Pero si me preguntaran por el bello silvestre más allá del seguro conocido, tendría bastante que aportar.

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